Pedro Infante Cruz
Buenos días. Un 15 de abril de 1957 exactamente hace 61 años se desploma en Mérida, la capital de Yucatán un avión modelo Liberator de cuatro motores (un pequeño Hércules modificado para carga).
Al conmemorar tan infausto acontecimiento, comparto con ustedes algunos pasajes de su vida.
Estoy de acuerdo que las generaciones de los 40’s, los 50’s, y aun la de los 60’s lo recuerden y lo idolatren, pero: ¿los jóvenes actuales? Pues sí: es un fenómeno que nadie encuentra explicación; las películas del carpintero de Guamúchil, son las más vistas en los canales de la TV abierta; sus DVD’s de los más vendidos, ah, pero sus discos se siguen agotando en las tiendas de discos y ahora también en versiones digitales.
Un ejemplo de lo que digo: hasta el momento y después de muchos, muchos años el disco más vendido en tiendas y ahora en digital no es el de la multipremiada ADELE, o la también gran ganadora de preseas como Taylor Swift, o los siempre eternos Beatles, o bien Elvis Presley. No: el más vendido es un disco de Pedro Infante, que en la cara “A” trae “Las Mañanitas” y en el lado “B” “En tu día”
En verdad para Ripley.
Pedro nace en Mazatlán, Sinaloa, el 18 de noviembre del año 1917, hace ya más de cien años. A edad muy temprana se trasladó con su familia a Guamúchil, donde adquirió algunas nociones de música y fue en sus primeros años aprendiz de carpintero. Fue también miembro de un conjunto musical que actuaba en la localidad de Guasave al que él puso como nombre de batalla “La Rabia”
El ídolo se iniciaría como músico desde muy joven, heredando el gusto de su papá, don Delfino. De adolescente y por ser un muchacho "coqueto", empieza a cantar para culminar sus "conquistas" a las muchachas de su localidad.
En 1939, una emisora de radio de Culiacán, la XEBL, permitió a Pedro Infante iniciar modestamente su carrera como cantante hasta que, en 1942, consiguió grabar su primer disco que, en el dato, muchos se van con la finta y aseguran que fue el tema “Mañana”.
Aquí les demuestro a esos tercos historiadores que eso no fue así. “Mañana” ya se grabó bajo la etiqueta de discos Peerless y fue en el año del 43; pero cuando Pedro llega a la gran capital, prueba fortuna en la internacional y reputada RCA Victor Mexicana. Allí grabó dos temas que pasaron sin pena ni gloria: “Guajirita” y “Te estoy queriendo”. Un gran visionario del disco don Guillermo Knorhauser, al ver y sentir el potencial de Pedro lo contrata de inmediato a la citada Peerless, donde haría toda su historia discográfica.
Les comparto el link donde vienen estos dos tesoros.
Intérprete especializado en el género de las "rancheras", Pedro Infante llegó a grabar más de trescientas canciones que siguen gozando de gran popularidad en toda Latinoamérica, donde su muerte, provocó un dolor y una estupefacción semejantes a los que rodearon la desaparición de los míticos Rodolfo Valentino y Carlos Gardel.
Pedro Infante inició su carrera de actor en un papel perfectamente irrelevante, aunque vinculado, como es lógico, a la actividad musical que comenzaba ya a hacerle famoso: fue contratado para reforzar, en la película La feria de las flores (1943), la voz del protagonista Antonio Badú en la melodía que dio título a la producción. La naturalidad, y simpatía que impregnaban su trabajo de actor le supusieron un éxito inmediato, razón por la que comenzaron a lloverle las ofertas. Infante se convirtió así, muy pronto, en el galán y cantante favorito del cine nacional.
Su interpretación de papeles en los que encarnaba personajes de charro -hombre del campo-, muy diestro en el manejo del caballo que viste un traje especial compuesto de pantalones ajustados y chaquetilla, acompañado del característico sombrero ancho, de copa puntiaguda-, así como su ejemplar personificación de la gente humilde, siempre sencilla pero llena de valor, a la vez que sentimentales y nobles, le valieron la aceptación del gran público, que lo convirtió en el símbolo de la mexicanidad.
La comedia Jesusita en Chihuahua, producida en 1942, constituyó una nueva revelación del talento interpretativo de Pedro Infante que, con naturalidad, personificaba a Valentín Terrazas, valiente sinvergüenza que se juega la vida por la mujer a la que desea y que termina por enloquecerlo de amor.
En La razón de la culpa, también de 1942, representó por única vez en su carrera el papel de "gachupín" (mote despectivo que los criollos mexicanos aplicaban desde el siglo XVII al español que emigraba y se establecía en México, y que, por su condición de metropolitano, gozaba de mercedes y cargos de los que la Corona excluía a los criollos; el sobrenombre continuó usándose después de la Independencia para referirse a los emigrados económicos españoles en la otra orilla del Atlántico), con resultados que dejaban bastante que desear. De 1943 es la filmación Arriba las mujeres, comedia ligera perfectamente olvidable.
En el mismo año 1943, ya como protagonista y en una verdadera maratón cinematográfica, intervino en otras cuatro películas: Cuando habla el corazón, La Ametralladora, Mexicanos al grito de guerra, titulada también Historia del Himno Nacional (drama patriótico que hubo de vencer ciertas dificultades para ser exhibido) y Viva mi desgracia, comedia ranchera que gira en torno a un brebaje denominado "Animosa", capaz de transformar al tímido Infante en un bravucón desvergonzado, y que parece un reconocimiento del papel catártico que se atribuye al alcohol en buena parte de las producciones de cierto cine mexicano.
Una de sus creaciones más representativas es su actuación en Escándalo de estrellas (1944), comedia caricaturesca, caótica y dislocada, en la que se realizan sangrientas parodias del mundo de Hollywood cuyas estrellas, entre otras la célebre actriz Verónica Lake, sirven de blanco para las burlas de los guionistas, tal vez en una suerte de inconsciente venganza por el tratamiento que La Meca del cine reservó, tantas y tantas veces, a los actores mexicanos. Como dato curioso cabe destacar que el celebrado "gag" de la lectura de un texto muy largo, a cargo del propio Infante, fue copiado dieciséis años más tarde por el genial cómico Jerry Lewis en Cinderello (Érase una vez un ceniciento), de Frank Tashlin.
La biografía de Pedro Infante puede resumirse a partir de entonces en una serie ininterrumpida de películas ya como protagonista absoluto, que fueron creadas para el único lucimiento personal de Pedro Infante y puestas al servicio de sus dotes musicales. Vale la pena mencionar, aunque sea tan sólo a título indicativo, Cuando lloran los valientes (1945), cuyo título parece un resumen de su personaje arquetípico; Soy charro de Rancho Grande y Nosotros los pobres, ambas estrenadas en 1947, y en las que Infante renueva su interpretación del emblemático personaje mexicano; Los tres huastecos y Ustedes los ricos, ambas de 1948; El gavilán pollero (1950).
En 1951, siguiendo con su infernal ritmo de trabajo, interpretó A toda máquina, Ahí viene Martín Corona y El enamorado, a las que siguieron, en 1952, Dos tipos de cuidado y Pepe el Toro; dos películas más: Escuela de vagabundos y El mil amores, en 1954; El inocente, en 1955, y Tizoc y Escuela de rateros, en 1956. Aquel mismo año, 1956, obtuvo el Premio Ariel a la mejor actuación masculina por el drama (uno de los pocos que interpretó en su fugaz pero intensa carrera) La vida no vale nada. Tras su muerte, fue distinguida su participación en Tizoc con el Oso de Plata del Festival de Berlín (1957) y el Globo de Oro de Hollywood (1958).
Escrita por Paul Riquelme, ésta, es una crónica muy relevante sobre un día de grabación del ídolo de México en la desaparecida compañía de discos Peerless, en la que grabó algunos de sus más grandes éxitos como “Mañana”, "Mi cariñito", "Maldita sea mi suerte", “Nocturnal”, “Cien años”, “Muñeco de cuerda”, “Yo no fui”, “Amorcito corazón” y toda esa discografía impresionante llena de éxitos y más éxitos.
“Pedro Infante llegó a los estudios Peerless, que se encontraban en la avenida Mariano Escobedo 201 de la Ciudad de México, vestido del personaje de la película "Nosotros los pobres", ni más ni menos que de "Pepe el Toro", con una camiseta con bandas horizontales en color rojo y un lápiz en la oreja.
El lunes 24 de marzo de 1947, acompañado de Tomás Montero, reconocido fotoperiodista, Pedro Infante se reúne con el señor Knorhauser, quien le entrega al artista las canciones que deben grabarse ese día. Pedro no conoce las melodías, pero su memoria es privilegiada, sólo repasa unos 10 o 15 minutos la letra y ya se la aprendió para toda la vida. "Trabajar con Pedro es un placer", dirá el dueño de la disquera mientras los músicos ensayan o afinan sus instrumentos. Pedro ensaya sólo 15 minutos mientras el fotógrafo Tomás Montero no pierde ningún detalle de los sucesos: Pedro cantando, hablando, ensayando tocando el piano, Pedro escuchando cómo van quedando las grabaciones, etc.
A las 4:00 pm, por fin se termina de grabar. Pedro, contento y satisfecho, porta en su bolsillo el cheque que le dieron por la sesión, él así lo ha pedido... "A mí no me den eso de regalías, yo soy muy malo para las cuentas, mejor páguenme por mi trabajo" (Cobraba 15 mil pesos por grabación).
Abordó su Lincoln color negro y se despidió. La última vez que Pedro Infante pisó los estudios "Peerless" fue el sábado 1 de diciembre de 1956, para grabar cuatro canciones”.
El predio donde se ubicaban los estudios fue vendido por sus antiguos dueños, hace más de una década, a una compañía constructora que los demolió para edificar departamentos. En cuanto a los archivos sonoros, fueron adquiridos en precio secreto por la compañía Warner Music de México.
Les comparto quizá una de sus más bellos temas.
La foto que a continuación les dejo es también de colección. Está con su queridísima señora madre doña María del Refugio Cruz Aranda.
Y esta otra con su padre don Delfino y su madre.
Los espero la próxima entrega…
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