El pasado 8 de marzo retumbó no solo el Palacio de Gobierno, sino todo Tlaxcala. Las muestras de enojo e indignación de colectivos y grupos feministas mostraron lo que las autoridades nos quieren ocultar, su silencio, complicidad y corrupción en la procuración e impartición de justicia que ha dejado lastimadas a cientos de mujeres y sus familias.

Lo anterior, aunado a la pésima estrategia implementada por el gobierno del estado, que prefirió, según ellos, cuidar el patrimonio arquitectónico de los tlaxcaltecas, antes que atender las demandas y denuncias de las féminas, torno la marcha en lo que todos vimos en redes sociales, policías antimotines golpeando no sólo a mujeres, sino también a los periodistas que cubrían el acto.

La verdad es que, en que cabeza cabe propalar a través de un video en redes sociales que el gobierno del estado iba a ser respetuoso de las manifestaciones y que se comprometían a atender sus demandas y, por el otro, cubrir todo el Palacio de Gobierno con vallas, plásticos y mamparas. En definitiva, está claro que no concuerda su palabra con sus actos. Ya lo dijo en tribuna la diputada Blanca Águila Lima: “creo que ya es una tras otra señor Secretario de Gobierno”. 

Tiene razón la sociedad al reclamar con fuerza y furia tanta injustica, compartimos su indignación, su cansancio y su malestar al ver que las cosas sigan igual o peor que antes, por eso es momento de romper todo hasta que las cosas cambien y mejoren.