Ganar – ganar
Dicen los que saben que los políticos nunca pierden, siempre, aunque tengan varias derrotas electorales a cuestas, al final, ellos, la clase política siempre gana algo: supervivencia, canonjías, espacios para sus pares, impunidad o contratos como agentes externos.
Lo anterior viene a cuento por lo que ha pasado con algunos personajes que participaron directa o indirectamente como dobles agentes en la elección de junio pasado, donde Morena gano múltiples espacios de poder en el Congreso federal, local, ayuntamientos y en el gobierno estatal.
El caso más emblemático de simulación, doble discurso y traición es quizá el del todavía rector de la UPT, Enrique Padilla Sánchez, un ¨priista¨ de cepa que no sólo se vendía por un lado como un operador político de la coalición ¨Unidos por Tlaxcala¨ sino hasta como compadre de Anabell Ávalos Zempoalteca y por el otro, como un doble agente de la coalición Juntos Haremos Historia en Tlaxcala.
Padilla Sánchez ha sido funcionario ininterrumpidamente en las administraciones de Héctor Ortiz, Mariano González, Marco Mena y ahora con Lorena Cuéllar, siempre cobijado bajo el amparo de la traición, simulación y el doble discurso.
Es un hecho que en la coalición Unidos por Tlaxcala hubo un sinfín de simulaciones, traiciones y doble discurso, lo mismo de liderazgos y militantes del PRI, PAN, PRD, PS y PAC, pero también del equipo cercano a la candidata y de los agentes que llegaron contratados como estrategas estrellas, como es el caso de Gisela Rubach Lauters.
Pero lo dicho, todos ellos, políticos al final, aunque su proyecto haya perdido, ellos siempre ganan, ya sea echándole la culpa al de enfrente o jugando un doble juego de traición y simulación.
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