Siempre es lo mismo…
La esperanza de México, de que
algún día las cosas cambien, son eso meras especulaciones, ilusiones y
desagravios. Más de setenta años gobernados por un partido hegemónico, sin
contrapesos, sin una idea remota en el equilibrio de los poderes públicos. Así crecimos
generaciones y generaciones, alimentados por esos resabios de la posrevolución,
el que se mueve no sale en la foto, a mis amigos plata, a mis enemigos plomo.
Luego doce años de gobiernos
panistas, que sumergieron al país en esta desgracia que hasta la fecha no ha
cesado; la violencia.
Esa declaratoria de guerra que
el expresidente Felipe Calderón hizo a los carteles de la droga, fue una
declaratoria para que se desatará una lucha intestina, que llevo al pueblo de
México, a tener niveles desgarradores de violencia, inseguridad, robos,
asesinatos, feminicidios, trata de personas, extorsión, cobro de derecho de
piso, y así un largo catálogo de fechorías que parecen no tener fin.
En su momento se decía que una
nueva clase política había resurgido, jóvenes gobernadores, senadores,
diputados y secretarios de estado, que de la noche a la mañana ocupaban los
primeros niveles de mando en los cargos de mayor jerarquía en el gobierno
federal o estatal. A final todo fue un fiasco.
La mayoría de ellos termino en
la cárcel, otros andan a salto de mata huyendo de la justicia, unos decidieron
exiliarse y ahora se dicen perseguidos políticos.
El nuevo rostro de la política
mexicana, fue un lapsus brutus. Nuevos ricos fue la señal que enviaron al
colectivo social, finos para la tranza, para el bisnes, para la corrupción, la
componenda; pero pésimos para gobernar, para hacer política, para fomentar
valores éticos en el servicio público.
Así la sociedad mexicana,
resiste y ha resistido décadas de malos gobiernos, de improvisaciones, de
ocurrencias y deplorables resultados.
Actualmente se ha acuñado el
término de la 4ta transformación, como una forma de hacer ver que la política y
su líder moral Amlo, tienen otras formas de hacer política, pero en los hechos
vamos al mismo despeñadero.
Con políticas a la vieja
usanza, con un modelo que, si bien en la década de los setentas y ochenta
fueron implementados, en lo económico, lo político y lo social, hoy se pretende
gobernar con esos viejos antídotos sustentados en el clientelismo electoral, la
manipulación. Caminamos con una cuarta transformación que en los hechos es un
reciclaje político de los más rancio, de más de lo mismo…
Comentarios