Chocheando…

Chocheando…


Con el sentido de humor que le caracteriza el presidente Amlo, ante los cuestionamientos del asalto cibernético del que fue objeto el sistema de seguridad nacional por un grupo de hackers, como siempre, admitió el ataque y por ende la debilidad de nuestros sistemas de inteligencia en el más alto nivel como lo es el servicio castrense.

Así este fin de semana, fiel a su estilo, en sus tradicionales giras de trabajo, y en tono irónico, reconoció que sus adversarios políticos tienen razón, al decir que ya está “chocheando”; decir esto significa reconocer que ya tiene debilitadas o disminuidas sus facultades mentales a causa de su edad avanzada.

Ya que la filtración de esta información, puso al descubierto el estado de salud del mandatario, un hecho por demás significativo en materia de derecho a la información y a la intimidad o protección de datos personales.

El expediente clínico del Presidente de la República, debe ser del dominio público, -considero que sí-, pues a la sociedad mexicana, le interesa saber en manos de quien está el destino del país. Sin embargo, esto sería lógico en un país de avanzada, donde la cultura democrática está a la orden del día, por desgracia en México, no sucede así.

Las leyes de transparencia y de protección de datos personales, nos indican que el estado de salud del mandatario, son confidenciales por tratarse de información restringida o por considerarse de seguridad nacional. 

Recordar que, en Francia, el presidente Mitterrand desde su arribo al poder y durante su gobierno, padecía un cáncer, situación que se mantuvo como secreto de estado, con la venía de su médico de cabecera, pues en su campaña, como todo político declaró que cada seis meses haría público su estado de salud, en un acto por demás de transparencia y de interés social; mintió nunca cumplió con este propósito.

Y así, podemos enumerar varios casos de figuras de alta investidura, que han utilizado la secrecía para no rendir cuentas sobre su estado de salud.

Recordar que el ámbito privado de una figura pública o un alto funcionario, se encuentra acotada por la misma investidura que representa. Cada uno de sus actos repercutirán positiva o negativamente en la colectividad, ahí radica el interés público o social de sus acciones.

Sin embargo, una vez que se dieron a conocer estos cables, un puñado de políticos y de la elite que ahora se siente desplazada, tomaron esta información para mofarse, para agredir y denostar al mandatario, pero no por la investidura que representa, sino por la condición física que fue delatada, es decir se mostró el pobre nivel de cultura política que aún persiste en nuestro país.