Trump…

Trump…

Mientras en México, seguimos debatiendo la reforma judicial, un hecho casi inevitable, solo falta esperar las consecuencias que esto supone, no porque la iniciativa sea mala, contiene puntos interesantes que suponen agilizar la impartición de justicia, sino más bien por el método para seleccionar a los togados. Ese es el meollo del problema y donde existen voces discordantes.

En tanto, en nuestro vecino país del norte, este fin de semana, sacudió al orbe mundial políticamente. Y no es para menos. El atentado contra el expresidente Trump y hoy fuerte candidato republicano a ganar por segunda vez la presidencia. Nos deja varias lecturas e interrogantes.

La especulación en torno al atentando fueron varias. Sin embargo, lo que es un hecho indiscutible que la polarización política, es un cáncer social que está carcomiendo los sistemas políticos del mundo. Lo más lamentable que nos está llevando a tomar medidas cada día más radicales, en el afán de acceder al poder, a consta de lo que sea.

En tanto, tenemos a la vista la vulnerabilidad de los sistemas de inteligencia, ya sea que, por complacencia, por conveniencia o por omisión, el asunto que la nación más poderosa y número uno, en estos mecanismos de prevención de la violencia; fallaron.

Nadie se explica como el Servicio Secreto de los EEUU, quien tiene al cuidado la integridad física de los mandatarios y exmandatarios, dejaron que un novel de 20 años, pudiera acercarse con un rifle a escasos 150 metros del candidato republicano y realizará 8 detonaciones, cobrando la vida de un civil y dos personas heridas. Fallando contra quien se presume era su objetivo.

Lo anterior a dado a pie a un sinfín de teorías, y obvio a crear conjeturas en torno a la elección que están librando en ese país. Lo cual puede generar una inestabilidad en la economía global. Más allá de que todo se infiere no fue un montaje, pero que, en esta semana la Convención Republicana, lo ungirán como su candidato y ya veremos hábil como es para los reflectores; Trump capitalizará electoralmente este lamentable suceso.

Por tanto, la foto donde alza su puño, y donde aparece la bandera de las barras y las estrellas ondeando a sus espaldas, con la oreja perforada por la bala, y su rostro con huellas de sangre, se quedará en los anales de la historia, y marcará un antes y un después, y que, de no pasar otra cosa, se volverá a ungir como presidente de la nación más poderosa del mundo.

Frente a un Biden, que, al parecer el cansancio y la edad, le están cobrando la factura, pero que pese a ello le ha dado el síndrome de Alito al puro estilo mexicano, y quiere mantenerse al frente de la candidatura demócrata, pese a que tendrá que cargar a cuestas la derrota y todas las implicaciones que ello conlleva.