Diplomacia en pausa, tensiones en reserva
A ver, seamos honestos: el encuentro entre Claudia Sheinbaum y Donald Trump no fue reunión diplomática… fue un choque de energías, como cuando juntas a la comadre seria y a la tía gritona en la misma mesa del bautizo.
Se saludan, se abrazan, se sonríen… pero todos sabemos que por dentro están pensando: “nomás di algo y empiezo”.
Ahí estaban: él con su peinado que desafía la física y ella con su calma que desafía la paciencia.
Un diálogo que no fue diálogo, sino un “tú no me pisas, yo no te piso… por ahora”.
Porque sí, muy bonito eso de que “fue cordial”, “fue excelente”, “muy buena comunicación”, pero México no es nuevo: cuando un político dice que todo fue excelente, es porque nadie quiso decir la verdad.
Y la verdad es simple: Trump quería marcar territorio. Sheinbaum quería marcar distancia. Y la Copa del Mundo fue la excusa perfecta para que la foto saliera sin que nadie sacara las garras. No hablaron de migración, ni de seguridad, ni del T-MEC… ¡pero cómo esas son las cosas que se dicen en privado, con puerta cerrada y el café bien cargado, no frente a las cámaras donde Trump solo piensa en su pose y Sheinbaum en no darle gusto, lo mejor fue la invitación de Trump a otra reunión. Ay, por favor. Si ese señor invita a medio planeta, pero nomás para medir quién se le somete y quién no la cosa es que Claudia no se le va a doblar tan fácil. y eso, créame, lo tiene inquieto.
Porque aquí entre nos: México es ese vecino que todos quieren tener cerca, pero ninguno quiere ver independiente.
Y ahora que Sheinbaum llega con calma, pero con agenda firme, Trump sabe que no la va a manejar con sus berrinches tipo programa de las Kardashian.
¿Qué vimos entonces?
Un round de sombra.
Una pelea sin guantes.
Una sonrisa con colmillo.
Y un “te veo pronto”, que en política se traduce como: “la próxima vez sí hablamos de lo que arde”. El verdadero show todavía no empieza…y cuando empiece, prepárese: ni el Mundial va a tapar el ruido.
Porque ya se sabe en este continente, todo mundo le halla… pero pocos aguantan el picante.
Nancy Blancas
Punto y Aparte
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