El fin de las ideologías
Cuantas veces lo han intentado (los llamados partidos políticos de México), tanto a nivel nacional como en las entidades federativas. Estos grupos de poder han llevado a cabo supuestas alianzas, con el único propósito de ganarle el poder a sus supuestos adversarios, a sus enemigos políticos, a quienes en su momento les arrebataron el poder o bien, cuando prevalece la amenaza de no conservar el poder en las próximas elecciones; en términos concretos, hay que ganarle a quien no garantice la protección de los intereses económicos y políticos de las familias que tradicionalmente han gobernado este país.
El problema de las alianzas reside perfectamente en el interés por alcanzar el poder simple y llanamente, divisa que solo ellos (los partidos) entienden y protegen como un bien jurídico superior. ¿Pero para que quieren el poder? Esa es la cuestión. Solo para satisfacer el ego y la vanidad, pura vanidad. Enmarcado en supuestos desatinos y mala administración sustentan sus pretensiones, discurso y narrativa para enrarecer el clima electoral y confundir al electorado, la estrategia sigue siendo la misma divide y vencerás.
La naturaleza de los partidos políticos es clara, alcanzar el poder. Desde el punto de vista de Maquiavelo es correcto, la lucha es despiadada, no importa pasar por encima de cualquier contrincante, incluso la muerte si ésta es necesaria. El problema es con los ciudadanos, quienes sin darse cuenta continúan votando a cambio de una despensa, de dinero, de tinacos, de calentadores solares, espectaculares o promesas de candidaturas o simplemente no desean perder un apoyo federal en dinero o especie.
Pobre pueblo, tan lejos de la democracia y tan cerca de quienes pueden comprar candidaturas.
La democracia sigue siendo el eslabón perdido en estos casos, en estas circunstancias, en estos tiempos. Los intereses de la nación, del pueblo seguirán pendientes mientras los partidos generan alianzas para obtener el poder, no para proteger ni propiciar mejores condiciones de vida para los ciudadanos.
Hay una posición des natural de ciertos partidos políticos, pero esto no lo comprenden aún los ciudadanos, entienden mas el morbo que la verdadera intención. Los principios constitucionales, los principios elementales, las plataformas políticas y las ideologías, desaparecen cuando hay alianzas entre ellos, si entre ellos, no entre la alianza y los ciudadanos. La traición a esos principios no importa cuando está de por medio el poder y los recursos públicos en juego. A quien corresponde la educación cívica, de quien es la responsabilidad en el ejercicio de la democracia, ¿a quién responsabilizamos por la falta de cultura política? ¿Nuestras ideologías como mexicanos, cómo logramos amalgamarlas o coincidirlas en beneficio de los intereses nacionales y como pueblo?
El fin de las ideologías, es el principio de la anarquía política y del posicionamiento de los grupos de poder y de la protección real de sus intereses políticos y económicos. No será fácil instaurar una democracia en tanto los ciudadanos no logren ver más allá de una dádiva.
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