¿La nueva esclavitud?

¿La nueva esclavitud?

Para comprender muchos fenómenos actuales de la dinámica política y social, siempre es recomendable recurrir a los clásicos de la filosofía política, del derecho, de la teoría del estado, de la sociología jurídica y en este caso en particular hablaremos del Contrato Social de Jean Jacques Rousseau. Este autor clásico en su obra antes mencionada, establece con extrema claridad uno de los supremos valores del hombre, la Libertad.

 

En su obra magna, Rousseau demuestra que “El hombre nace libre, pero la sociedad lo encadena”. Y continúa señalando, la Libertad Natural del hombre debe cederse a un interés colectivo mayor, conformando la institución estatal en la que reside el poder que cada individuo deposita en esta (hoy lo conocemos como Estado).

 

En el Contrato Social señala Rousseau, es un “pacto celebrado entre los miembros de la comunidad, el que limita la acción individual, libre y natural a cambio de una convivencia social”. El más fuerte, dice Rousseau, no es nunca bastante fuerte, si no transforma su fuerza en derecho y la obediencia en deber.

 

Ahora bien, respecto de la esclavitud establece Rousseau que “ningún hombre tiene autoridad natural sobre sus semejantes y puesto que la naturaleza no produce ningún derecho, quedan las convenciones para establecer una autoridad legítima entre los hombres”.

 

El hombre, dice Rousseau cede su libertad o la enajena a cambio de sus subsistencias. Para el caso que nos ocupa, es importante establecer esta base teórica, filosófica, política  y social respecto de un valor fundamental como lo es la libertad.

 

Michelangelo Bovero en su texto ¿Cuál Libertad? establece una dimensión conceptual señalando que, “Libertad” es un concepto en extremo controvertido. En el lenguaje corriente, este término es utilizado en referencia a diferentes situaciones o “estados”, reales o posibles.

 

En esta primera y amplísima acepción, la “libertad” no solo es aplicable a las personas, sino también a las entidades o a los fenómenos naturales en general. Son inminentes los ejemplos de un rio libre de fluir sino encuentra obstáculos, mas no libre de expandirse más allá de las márgenes; de un perro libre en sus movimientos si no es limitado por la correa o no está encerrado en un corral; de la señal libre en su difusión al aire cuando no hay interferencia, etc.

 

En el caso de los programas sociales en México es definitivo que los jóvenes, las mujeres, los discapacitados o las personas de la tercera edad están cediendo su libertad, quizás enajenándola, a través de la aceptación de un supuesto apoyo gubernamental. En efecto, observamos como los programas sociales inhiben la libertad creativa, la libertad de trabajo, la libertad de iniciativa, la libertada de emprendimiento, la libertad de aspiraciones superiores, la libertad de crecimiento, la libertad de elegir a las autoridades, la libertad de confrontar, la libertad de exigir, la libertad de liberar, la libertad de decidir y ejercer el libre albedrío, todo ello, por una supuesta supervivencia o un derecho hoy establecido en la Constitución.

 

Con la lupa del Contrato Social, podemos observar una nueva forma de esclavitud, en que el hombre cede su libertad de elegir y para deliberar a cambio de unas limosnas; no así, como lo establece el espíritu del propio Contrato Social por el cual se le garantice sus derechos, libertades y su propia felicidad, a lo cual estaría obligado el Estado. Con la aceptación de dadivas muchos millones de mexicanos han enajenado su libertad y han sido encadenados a un cajero del bienestar que les recuerda bimestralmente a quien le deben su subsistencia, ignorado que es el propio estado a través del gobierno actual quien debe garantizar el crecimiento y desarrollo pleno de las personas que habitamos este país, para ello, cedemos parte de nuestra libertad al estado.