Y, ¿dónde están los economistas?
Es evidente que el futuro económico del mundo y en particular de nuestro país, sufrirán una eminente crisis de la mayor dimensión, una vez que concluya la pandemia, que no es la condición.
Durante más de doscientos años, se ha dado una lucha entre el pensamiento económico de los economistas clásicos como Adam Smith, Davis Ricardo, Keynes y Marx, y los neoclásicos como Samuelson y Milton Friedman, entre otros.
La discusión se ha centrado fundamentalmente entre un Estado rector intervencionista o un Estado a su mínima expresión en donde prevalece el libre mercado, es decir, el mercado por encima del Estado. Esta última estrategia del pensamiento económico neoclásico nos ha llevado hasta donde estamos. Esto respondería a la pregunta, porqué estamos como estamos.
Ambas visiones, necesariamente requieren reformas constitucionales y creación de leyes secundarias que permitan el establecimiento de dichos modelos económicos y México, siguiendo las recomendaciones del Banco Mundial hizo lo propio.
En consecuencia, el problema de las economías, son los modelos y sus teorías. En este caso, la teoría económica neoclásica tiene mucha responsabilidad en los efectos de inestabilidad y de crisis de las economías.
Respecto de este tema, es recomendable revisar a detalle la obra clásica de Steve Keen: (La economía desenmascarada, 2011) Keen, señala entre otras cosas, que la teoría dominante desde el siglo XIX es la teoría económica neoclásica, conformada por un grupo de pensadores económicos contrarios al pensamiento Keynesiano.
Estos economistas neoclásicos sostienen que el modelo de mercado, el capitalismo, es inherentemente estabilizador de la economía ya que la macroeconomía es saludable y funciona bastante bien.
Hoy sabemos que este tipo de modelos económicos frágiles, generan desigualdad, pobreza, especulación bursátil, inestabilidad. No obstante, la teoría neoclásica es la doctrina reinante en muchos países, incluido México.
En términos prácticos argumenta Keen, “la economía neoclásica aboga por reducir la intervención pública en la economía y deja que los mercados financieros decidan sobre los resultados económicos libres de regulación y de cortapisas políticas o burocrática.
La única herramienta política en manos de los poderes públicos es la manipulación del tipo de interés por parte de un Banco Central políticamente independiente pero controlado por economistas neoclásicos con el objetivo de controlar las tazas de inflación.”
Keen, sostiene que “para construir una economía no se necesita una teoría económica exacta, sino, economistas con pensamiento crítico, haciendo a un lado la ortodoxia”, la anterior y la dominante. Se requieren economistas con exceso de creatividad para establecer nuevos modelos económicos acordes a las circunstancias reales y a las medidas y tamaño de las economías de los distintos mercados y países, no olvidando el origen del mercado y la naturaleza del Estado, en un mundo de inclusión y colaboración.
La educación en este sentido es la solución y el principal problema, afirma Keen, “existe el riesgo de que el cultivo de una nueva forma de pensar la economía acabe, en gran medida, en manos de aquellos que se han mostrado incapaces de escapar de una perspectiva del siglo XIX”.
Hay dos formas de minimizar el riesgo continúa Keen, un enfoque alternativo del análisis económico, basado en el realismo en lugar del idealismo. Y segundo, la presencia de una población informada y vigilante.
Además de lo anterior, Keen propone ofrecer a los futuros estudiantes de economía un programa de investigación nuevo y ocupar espacios en el sector público.
Habría que considerar que los economistas académicos se han agrupado en seis bloques. Escuela neoclásica dominante, keynesianos, institucionalistas, evolucionistas, escuela austriaca y marxistas. ¿Usted amigo economista con cual escuela del pensamiento económico construye?
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