¿Qué demonios pasa en Morena?
Puedo entender la pelea política entre José Juan Espinosa Torres y Alejandro Armenta, porque ambos aspiran a la candidatura de Morena al gobierno de Puebla en el 2024 y se ven –ntre ellos- como los adversarios a vencer.
También puedo entender el coraje de Gabriel Biestro hacia Claudia Rivera Vivanco, ya que ella fue su colaboradora y aliada, él la impulsó como candidata a la alcaldía de Puebla y hoy el “suavecito” siente haber perdido el control de su correligionaria después de que ganó
Incluso, podría justificar que 2 amlistas, como Porfirio Muñoz Ledo y Gerardo Fernández Noroña, “El Roñas”, se hayan enfrentado en la 1ra sesión de la Cámara federal de Diputados, puesto que entre ellos hay toda una brecha generacional: Porfirio es un parlamentario con clase y “El Roñas” es, simplemente, un hooligan.
Pero lo que me parece inadmisible, inexplicable e irresponsable es que dichos personajes de Morena - al menos José Juan Espinosa, Gabriel Biestro, Fernández Noroña y Yeidckol Polevnsky- de Morena estén más empeñados en satisfacer venganzas personales y acabar con sus propios correligionarios, que en contribuir a que el 1er gobierno federal supuestamente de izquierda en la historia sea exitoso
YEIDCKOL POLEVNSKY, ¿FACTOR DE UNIDAD?
Junto al PRI, que como instituto político se fundó –con otro nombre- desde el poder, Morena tendrá la característica peculiar de que será primero gobierno federal antes que partido, lo que le da características peculiares, porque carece de historia y de usos y costumbres, buenas y malas, como el respeto a la vida interna y la defensa, a veces a ultranza, del correligionario o de sus resultados en el ejercicio público.
Andrés Manuel López Obrador debe ser el 1er interesado en que Morena crezca, se consolide y se convierta en una opción electoral de izquierda, que haga contrapeso efectivo al PRI, PAN y que, sobre todo, sea vista como una opción diferente de gobierno y de praxis política.
Por ello, deberá atender de manera inmediata las disputas internas y forzar a sus correligionarios a cuidar la vida intestina de Morena, a ser institucionales y a dirimir sus controversias –naturales en toda relación humana y política – dentro del mismo partido, no en los medios de comunicación, como ha ocurrido hasta ahora.
También tendrá que analizar qué papel juega la presidenta nacional de su Movimiento, Yeidckol Polevnsky, quien lo mismo empuja a la alcaldesa electa de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, que arremete contra el gobernador electo de Morelos, Cuauhtémoc Blanco.
GANAR EL GOBIERNO…SIN PERDER EL PARTIDO
Aunque Yeidckol Polevnsky tenga razones más que justificadas para criticar al ex futbolista y muchos millones de mexicanos nos preguntemos en qué demonios pensaban los morelenses cuando votaron por él el 1ro de julio, Cuauhtémoc Blanco representa a Morena, los ciudadanos lo eligieron y, por lo mismo, la dirigente nacional morenista debería ser la primera en respetar su investidura.
En la década de los 90s, cuando el PAN comenzó a ganar varios estados y municipios, uno de los peores dirigentes nacionales del blanquiazul, que con el tiempo llegaría –mediante el fraude electoral- a ser uno de los más malos presidentes de la República, Felipe Calderón Hinojosa, soltó una frase que resumía la problemática del blanquiazul y que hoy se le puede aplicar a Morena: el reto es ganar el gobierno sin perder el partido.
Conformado por ex panistas, amlistas de siempre, ex priístas, ex perredistas, personajes de la vieja izquierda mexicana, artistas, ex futbolistas y otros actores públicos, este mosaico le da pluralidad a Morena, pero –al mismo tiempo-es un generador de conflictos y diferendos internos que, hasta la fecha, ni AMLO ni los morenistas han sabido enfrentar de manera institucional.
Y así no se puede presidir un país.
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