Debates, la práctica democrática de romperse la mad....
El 1er debate entre aspirantes a la presidencia de México en el actual proceso electoral fue seguido por 13.7 millones
de personas, según el mismo Instituto Nacional Electoral (INE):
https://desdepuebla.com/2024/
En
2018, el mismo INE detalló que 12.6 millones siguieron dicho encuentro
en la TV, pero la pregunta es si dicha
cifra fue poca o mucha en comparación a la cantidad de posibles
electores y la respuesta es que en ese proceso votaron 56 millones de
personas, lo que quiere decir que, quizá, poco más del 20% de los que
vieron la confrontación política –verbal acudió a las
urnas:
https://centralelectoral.ine.
Para ser más claros:
En 2018 AMLO ganó la presidencia de México con 30 millones de sufragios, Ricardo Anaya Cortés obtuvo 12 millones 610 mil y José Antonio Meade llegó a 9 millones 289 mil. Los números demuestran que los DEBATES no definen ganadores o perdedores de la elección y tampoco cambian –DECISIVAMENTE –la tendencia del voto.
DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS, EL MEJOR EJEMPLO DE GANAR EL DEBATE Y PERDER LA ELECCIÓN
El primer debate presidencial fue en 1994 entre Ernesto Zedillo, Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Como era una práctica novedosa, inédita, millones lo siguieron por televisión constataron la madriza que el panista les puso a sus adversarios, especialmente al priísta…que luego ganó la elección sin el menor problema.
En el 2000, en los dos debates presidenciales, el descerebrado Vicente Fox mostró lo que era: Un sujeto carismático, ocurrente, pero caprichoso, frívolo, ignorante, que triunfó en los comicios por el brutal hartazgo ciudadano contra el PRI, la falta de estructura del PRD y el desgaste de Cuauhtémoc Cárdenas como representante de la izquierda.
En 2006, Felipe Calderón sostuvo en ambos encuentros la misma actitud que en su sexenio: Fanfarrón, mentiroso, presuntuoso, profundamente acomplejado, prometió ser el “presidente del empleo”, que no solamente nunca cumplió, sino que ¡ni siquiera le interesó hacerlo!. Y, como sus predecesores, se supone que “ganó” la votación, al “haiga sido como haiga sido”.
En los debates presidenciales del 2012, Andrés Manuel López Obrador exhibió a su principal adversario, el priísta Enrique Peña Nieto, como uno más de los emisarios del grupo que entonces detentaba el poder en México; es decir, un representante de las élites voraces, corruptas, defensoras de privilegios ilegales.
PEÑA NIETO: DEBATE PRESIDENCIAL, LA ÚNICA VEZ QUE DIJO LA VERDAD
Inclusive,
en alguno de los dos debates, Peña Nieto adelantó que “voy a ser el
presidente de las reformas estructurales”…y
lo cumplió, ya que aumentó los impuestos, el proceso de privatización
de los bienes nacionales y todos los cambios legales, políticos y
sociales que terminaron de desmantelar el estado benefactor producto de
la revolución mexicana y que profundizaron el llamado
“capitalismo salvaje” en nuestro país:
https://desdepuebla.com/2022/
Y en los dos debates del 2018, AMLO dejó de mostrar la mordacidad y agudeza de los procesos del 2006 y 2012. Por el contrario, el actual presidente se vio hastiado, aburrido ante sus adversarios, Ricardo Anaya y José Antonio Meade, quizás porque sabía que tenía el triunfo en la bolsa y que nada de lo que sucediera en ambas confrontaciones se lo quitaría.
En la contienda concurrente de ese año, los encuentros verbales –políticos fueron meros formulismos, porque la mayoría de la ciudadanía ya había elegido por quién votar meses o años antes y, aunque un desesperado Ricardo Anaya le echaba en cara “el problema no es que no entiendas inglés, Andrés Manuel, sino que no entiendes el mundo” y AMLO le respondió con una sonrisa irónica y su clásica frase “Ricky, Riquin canallín”, que sus millones de seguidores festejaron.
Así que no, la historia demuestra que los debates NO definen ganadores y tampoco cambian DECISIVAMENTE la tendencia del voto…para desgracia de Xóchitl Gálvez y sus seguidores.
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