Nos enteramos que la descentralización de las dependencias federales que anunció Andrés Manuel López Obrador, será a cuentagotas.

El asunto tiene que ver con la falta de recursos, instalaciones y el rechazo de los trabajadores federales para mudarse a los diferentes estados del país.

Tal es el caso de la Secretaría de Cultura, que se instalará en el estado de Tlaxcala, la cual será la primera en cambiar de sede a nivel nacional.

Resulta que hay una marcada oposición del Sindicato de esa Dependencia, pues augura un daño patrimonial y familiar para sus trabajadores.

No solo eso, a pesar de que el gobernador Marco Mena brindará todas las facilidades para el traslado, hay temas pendientes de resolver.

Uno de ellos, el más inmediato, es el edificio que albergará  la Secretaría de Cultura, el cual no se sabe si será federal o del gobierno del estado.

Por ese motivo, la próxima titular de la Secretaría de Cultura, Alejandra Frausto Guerrero, informó que el cambio será paulatino y pequeño.

Es decir, de manera inicial se trasladará la oficina de la Secretaría y una de las dos subsecretarías, junto con un grupo de 20 colaboradores para iniciar la descentralización.

Lo que significa que será pírrico el cambio de sede de la Secretaría de Cultura, de la Ciudad de México al estado de Tlaxcala.

En tanto, las actuales oficinas de la dependencia no se cerrarían sino que  se destinarán para atender la agenda, cuando los funcionarios se encuentren en la Ciudad de México.

Queda claro que el Presidente Electo se metió en un brete con ese planteamiento, pues está lejos de ahorrar recursos federales.

Por el contrario, se prevé que su propuesta afecte la operatividad de las dependencias que a partir de enero serán descentralizadas al interior del país.

Y todo por una mera ocurrencia o capricho, como guste llamarle.

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