Los celos de Lorena
La visita del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador a Tlaxcala tiene varias lecturas:
La primera -y más importante para los tlaxcaltecas- fue que quedó clara la relación que el Gobernador Marco Mena ha construido con el Presidente de México, quien le reconoció públicamente su disposición para trabajar de manera coordinada.
El propio Presidente dijo en su intervención que los buenos oficios del Ejecutivo estatal permitieron que Tlaxcala accediera a 681 millones de pesos, dentro del plan nacional carretero, con lo cual será posible financiar las grandes obras que, en la materia, ya lleva a cabo la administración estatal, como la ampliación de la vía Apizaco-Tlaxcala.
También, le agradeció a Marco Mena las facilidades que su gobierno brindó para cumplir con uno de sus compromisos, para que la Secretaría de Cultura despachara en Tlaxcala.
La habilidad política del Gobernador le ha permitido contar con el respaldo de López Obrador, quien se vio muy cómodo en la entidad.
Otra lectura -por cierto, lamentable- tiene que ver con la baja estatura política de la delegación federal que, deliberadamente indujo los abucheos al Ejecutivo estatal, en presencia del Presidente.
López Obrador se vio avergonzado cuando, en su intervención, dijo que entendía los celos, en clara alusión al vacío que le hizo a Lorena Cuéllar Cisneros, quien aparentemente olvidó que el evento era de su jefe, no de ella.
Ciertamente, el mandatario federal no dio nombres ni apellidos, pero las consignas en contra del Gobernador hicieron evidente que el malestar que la coordinadora estatal de Programas de Desarrollo siente por haber perdido las elecciones de 2016 trastoca sus responsabilidades institucionales.
Al tratar de hacerle pasar un mal rato al gobernador, terminó pegándole a la figura presidencial, quien en su discurso expresó reconciliación, coordinación y trabajo.
Amén de la mala organización desde la Secretaría de Bienestar, en la que la falta de controles de ingreso hizo que se saturara el recinto, poniendo en riesgo a los asistentes.
Aquí fue patente que, tal y como sucedió en la gira de septiembre pasado, López Obrador no mostró públicamente cercanía ni afecto a Lorena Cuéllar, cuyo nombre ni siquiera pintó en su discurso.
Tal mal se hizo el evento que, por órdenes de Cuéllar Cisneros, los diputados locales no solo no pudieron pasar, sino que tuvieron que aguardar de pie, junto con otros personajes que no son de su simpatía, como el líder estatal de Morena, Joel Molina.
Bien haría el Presidente en evaluar este tipo de actitudes que, por supuesto, afectan su imagen.
No hay que olvidar que la parálisis en las delegaciones federales, las inconformidades de organizaciones sociales que esperan ser atendidas, y la preocupación de madres de familia por el cierre de las estancias infantiles son evidencia de la acción ineficaz de Lorena Cuéllar, quien, por cierto, le falló al Presidente, al incumplir el compromiso de terminar el Censo de Bienestar en la entidad.
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