Autopromoción y desesperación
La senadora Ana Lilia Rivera optó por una estrategia de autopromoción descarada, y se denomina "asambleas informativas".
Sí. Se trata de una fachada, porque de informativas no tiene nada: su objetivo es capitalizar el nombre de la presidenta Claudia Sheinbaum, aferrándose a su figura para sorprender al ciudadano acerca de su cercanía con la máxima mandataria del país.
Es por ello que, en lugar de presentar un proyecto propio o mostrar liderazgo real, se cuelga del nombre de la presidenta de la República y su popularidad, lo que ya empiezan a percibir los ciudadanos, quienes notan falta de convicción y de verdadera propuesta por parte de la oriunda de Calpulalpan.
Por ejemplo, afirma que la reciente aprobación de reformas en el Congreso (de dos a tres por semana) es la oportunidad para "fortalecer a la presidenta", pero no hay un análisis serio sobre las reformas y sus efectos reales en la población. Solo las aplaude, sin explicarlas, demostrando que hay una maquinaria legislativa subordinada al gobierno federal, que no cuestiona ni debe los efectos de tales reformas.
La retórica de Ana Lilia Rivera es patente: está más interesada en proyectarse como una aliada fiel de la presidenta Claudia Sheinbaum, que en hacer brillar su nombre con propuestas claras y acciones concretas que resuelvan los problemas que aquejan a Tlaxcala y al país en general.
Ese discurso, cargado de lugares comunes, deja entrever una táctica de autopromoción disfrazada de defensa del gobierno, sin asumir realmente las responsabilidades que le competen como legisladora, lo que podría representar violaciones a la ley electoral, que sanciona la promoción personal con fines comiciales.
Además, el fracaso de su grupo político para controlar el comité ejecutivo estatal de Morena es la muestra más clara de su falta de arraigo y liderazgo dentro de las filas de la 4T en la entidad, lo que nos hace cuestionar seriamente que, ante su incapacidad de acceder a los espacios clave de poder, prefiera la vía fácil del oportunismo con la esperanza de conseguir la gracia presidencial a por la ausencia de méritos propios.
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