Limones y Deslindes
En la política mexicana, deslindarse es casi un reflejo automático. No importa la velocidad de la noticia ni la contundencia de las imágenes: primero se niega, luego se matiza y, si hace falta, se guarda silencio estratégico. El caso de la detención de Edgar Rodríguez Ortiz, alias “El Limones”, en Durango, volvió a exhibir ese manual no escrito.
“El Limones” fue detenido por autoridades federales como presunto líder de una red de extorsión que operaba contra comerciantes y ganaderos en la región lagunera. Hasta ahí, el hecho es claro y está en manos de la justicia. Lo que detonó el ruido político vino después: la aparición otra vez de fotografías y videos donde el ahora detenido aparece vinculado a actos, eventos y estructuras relacionadas con la CATEM en Durango.
La reacción fue inmediata. Pedro Haces y la dirigencia nacional de la CATEM negaron cualquier vínculo. El secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, respaldó esa postura al afirmar que no existe una investigación abierta contra Haces ni contra la central sindical. Legalmente, el deslinde es impecable. Políticamente, no tanto.
Porque en política las imágenes también cuentan historias. Y cuando esas imágenes existen, el problema ya no es jurídico, sino de credibilidad pública. No se trata de sentenciar culpabilidades eso le toca a los tribunales, sino de reconocer que la cercanía, real o simbólica, tiene costos.
El sindicalismo contemporáneo, sobre todo el que presume músculo político y cercanía con el poder, se mueve en una línea delicada. Por un lado, dice representar a los trabajadores; por el otro, acumula poder territorial, control y capacidad de presión. Cuando un personaje acusado de delitos graves aparece arropado por esa estructura, la explicación exige algo más que un “no lo conocemos”.
El gobernador de Durango lo dijo sin rodeos: “nadie puede decir que no era de la CATEM”. La frase no es una sentencia judicial, pero sí una bomba política. Porque pone en evidencia una pregunta incómoda: ¿quién entra, quién crece y quién se mueve dentro de estas organizaciones sin que nadie lo note?
El deslinde de Pedro Haces puede ser válido en términos legales, pero deja abierta una discusión más profunda sobre el tipo de liderazgos que se incuban en ciertas estructuras sindicales y la facilidad con la que el poder se contamina cuando nadie quiere hacerse responsable de sus cuadros.
Hoy, oficialmente, no hay vínculo probado. Extraoficialmente, las imágenes siguen circulando. Y en la política mexicana, cuando la narrativa visual contradice al discurso, el daño ya está hecho.
No por lo que se diga, sino por lo que ya se vio.
Nancy Blancas
Punto y Aparte
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