Pensar, decir y hacer: responsabilidad de la 4T

Hablar de las infancias es hablar de lo mejor de nosotros como sociedad. Desde la Cuarta Transformación, sabemos que si nuestras niñas y niños viven con dignidad, México tendrá un futuro más justo y más fuerte.

Hoy, bajo el liderazgo de la Dra. Claudia Sheinbaum, presidenta de México, las niñas y los niños son el centro de las políticas públicas, no solo como receptores de apoyos, sino como protagonistas de un cambio profundo. El Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030 es claro: proteger, educar y cuidar a la infancia es construir desde ahora la grandeza de nuestra patria.

Hoy, gracias a la Cuarta Transformación, millones de estudiantes cuentan con becas, espacios escolares dignos y programas que garantizan su permanencia en las aulas. Programas como “La Escuela es Nuestra” han dignificado los planteles, y las becas Benito Juárez —que la Dra. Claudia Sheinbaum busca extender a toda primaria y secundaria— consolidarán el acceso gratuito y universal a la educación.

Invertir en las infancias no es un gasto: es la mayor inversión de un país que aspira a ser justo y libre. Cada peso destinado a educación, salud y cultura infantil es un muro contra la pobreza, la violencia y la exclusión.

Desde el Congreso de Tlaxcala, mi compromiso como diputado de MORENA es claro: respaldar toda acción legislativa y presupuestal que tenga como centro el bienestar infantil. No hay transformación verdadera si no llega a los ojos de nuestros niños y niñas.

La presidenta Sheinbaum ha señalado que el país necesita consolidar un sistema nacional de cuidados, fortalecer el IMSS-Bienestar y asegurar que la salud, la nutrición y la cultura lleguen a cada rincón del país. Y en ello, las escuelas tendrán un papel central: ser espacios de bienestar integral.

Las niñas y los niños no son el futuro, son el presente que nos convoca a actuar con responsabilidad, con sensibilidad y con visión de Estado.

En esta nueva etapa de la 4T, el Humanismo Mexicano nos llama a poner en el centro la dignidad humana. Y no hay dignidad más pura que la de una infancia cuidada, educada y amada.

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