Le mueven el tapete a Claudia
Ya se verá mañana si las movilizaciones de la Generación Z forman parte de una conspiración internacional de la derecha contra el gobierno de México. O si, por el contrario, existe una conjura al interior del ala dura del morenismo, para moverle el tapete a la presidenta con “A”.
Si fuera el primer caso, Claudia Sheinbaum no debería estar tan paranoica como parece, pues goza de una aceptación de más del 70 por ciento, por lo que no hay condiciones en México para que la generación Z tumbe al gobierno, como sucedió en Nepal y Madagascar.
Así que responsabilizar a los chavos rucos de Claudio X González, Ricardo Salinas Pliego o Vicente Fox, no tiene sentido. Desde hace años, la oposición está moralmente derrotada y no tiene ese poder de convocatoria en este país.
Por lo que el gobierno de la República está viendo molinos de viento, es decir enemigos imaginarios, donde no los hay. O quizá son un mero distractor para desviar la atención de los verdaderos promotores de la agitación nacional.
Al interior del obradorismo no están nada contentos con Claudia Sheinbaum, porque les ha pisado los callos. En un afán de quedar bien con Donald Trump, ha puesto contra las cuerdas a sus pilares, como Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Andy López Beltrán.
Y ha afectado sus intereses en los operativos contra el huachicol fiscal, provocándoles un grave quebranto económico. De ahí que no son casuales las últimas movilizaciones de campesinos, de maestros de la CNTE y mañana de los jóvenes.
Desde la era del viejo PRI, esos grupos sociales son controlados por el estado, por lo que queda claro que alguien está moviendo los hilos desde dentro del poder.
La presidenta de la República no tendría nada que temer si tuviera el control de la secretaria de Gobernación, del Congreso de la Unión y el Poder Judicial. Pero no los tiene.
Ahora se entiende por qué está tan asustada, a tal grado de ordenar investigar a los promotores de la movilización Z, a manera de amenaza. Por lo demás, no que estaba prohibido prohibir.
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