Lorena Cuéllar...entre la espada y la pared

Lorena Cuéllar...entre la espada y la pared
Todo parece indicar que al nuevo gobierno de Tlaxcala, que iniciará funciones el 1 de septiembre próximo, no le será fácil implementar su propio sello.

De entrada, tendrá que darles prioridad a las políticas y los temas que le interesan al presidente de la República, sin quitarles ni una coma.

Así se los hizo saber el propio Andrés Manuel López Obrador, en la reunión con los once gobernadores electos de Morena, que sostuvo el pasado jueves.

Los gobernadores electos fueron agasajados con una comilona al estilo tabasqueño, con frijol con puerco, tamales de Chipilín y agua de Matalí.

Después de la felicitación, por el triunfo que se logró en la elección del pasado 6 de junio, el Presidente de la República les tiró línea.

Primero. les pidió que cumplan con los principios de la Cuarta Transformación, en el sentido de no robar, no mentir, no traicionar.

Enseguida, López Obrador les dio un escenario difícil en materia económica, para cumplir con las becas y ayudas sociales que otorga su gobierno.

Les dijo que Morena no contará con los votos suficientes para aprobar el presupuesto del 2022, por lo que tendrá que negociar con los adversarios.

Fue entonces, cuando les pidió que convinieran con la Federación una aportación del 50 por ciento de los programas sociales federales.

En pocas palabras, López Obrador quiere que los estados gobernados por Morena, sigan financiando sus programas de clientelismo electoral.

Queda claro que ese hecho, atará de manos a los próximos gobernadores de Morena, para el cumplimiento de sus propios proyectos de gobierno.

Sobre todo, porque al Presidente de la República no se le puede decir que no, menos Tlaxcala, cuyos ingresos dependen en más de un 90 por ciento de la Federación.

El último gobernador que se le puso al tú por el tú a los presidentes, fue Alfonso Sánchez Anaya, y así le fue al estado, en materia presupuestal.

Pero si se le dice que sí, a todo lo que mande la Federación, entonces va a ser difícil que el nuevo gobierno imponga su propio sello y cumpla con sus compromisos de campaña.

Y podría provocar que la nueva gobernadora, Lorena Cuéllar, que ganó la elección con el 49 por ciento de votos, pierda rápido el respaldo social que obtuvo en las urnas.

Ahí están los casos de los actuales mandatarios de Morena en Puebla, Veracruz, Morelos y Chiapas, con bajos niveles de aprobación en sus estados, por decirle todo que sí al Presidente.

El caso más sonado es el de Claudia Sheinbaum, en la capital del país, quien llegó a gobernar con alta aprobación ciudadana y que el pasado 6 de junio, fue reprobada en las urnas.

La gobernadora de la Ciudad de México intentó imponer su propio sello de gobierno en la 4T, pero fue frenada por el Presidente, sobre todo en el manejo de la pandemia del Covid-19.

Hoy, Claudia Sheinbaum no sabe cómo salir de la crisis en la que se encuentra, por los resultados electorales, los cuales se le atribuyen a ella, no a la intromisión federal en su gobierno.

Y ha optado por la salida más fácil, decirle todo que sí al Presidente, y repetir como disco rayado el discurso que se marca desde las ¨mañaneras¨ de Palacio Nacional, sin quitarle una coma.

En el fondo, México está regresando a los tiempos del presidencialismo autoritario, donde Tlaxcala tiene poco margen para remar contracorriente.

victortamayo5@hotmail.com