Ser hijas/hijos de migrantes
La búsqueda
del bienestar de la familia es una de las principales causas de la migración de
México a Estados Unidos; mamá,
papá o ambas figuras se ausentan para brindar mejor calidad de vida de los integrantes de la
familia. Sin embargo, esa ausencia física con frecuencia va acompañada de
distanciamiento emocional, que puede acrecentarse al paso del tiempo.
En México, al igual que en otros países centroamericanos, la
migración ha aumentado y, junto con ello, se han generado fenómenos que
impactan a las familias que viven la experiencia de la migración en comunidades
de origen. Uno de ellos consiste en la desestructuración de las formas
tradicionales de organización familiar y comunitaria.
En algunos casos, la
migración ha implicado la ruptura de lazos emocionales de los que deciden
migrar y los que se quedan en el lugar de origen; en otros, ha tenido como
consecuencia en su reestructuración dentro de las familias. Implica buscar
entre hermanas, hermanos, abuelas, abuelos, tías o tíos y todas las posibles posibilidades
de confianza, asuman el cuidado de las hijas o hijos de las madres o padres que
deciden migrar y por cuestiones de seguridad nos los pueden llevar consigo.
Los vínculos sociales, tanto familiares como comunitarios se
ven trastocados por la movilidad geográfica. Estos vínculos son resignificados
y adaptados a los nuevos contextos generados por el fenómeno migratorio.
Situaciones de esta naturaleza se expresan cuando a los
niños o niñas se les da a conocer la decisión de migrar de su mamá, papá o ambas
figuras de cuidado, sin embargo, también es frecuente que este hecho se les
oculte. En algunas ocasiones se justifica esta acción para evitar malestares y
tristezas a los niños y niñas, en otros casos, simplemente no se considera un
aspecto importante, que finalmente la partida se realiza por “su propio
beneficio” y porque se sigue considerando poco significativo el papel de los
niños en el proceso migratorio.
Situarnos desde la reflexión, ¿cómo viven y significan los
niños y niñas estos cambios y adecuaciones familiares en su vida cotidiana?,
¿qué significa vivir una infancia con la ausencia de mamá, papá o ambas
figuras?
La decisión de migrar implica una despedida que se prolonga
por años. En este proceso de duelo los
niños y niñas son también sujetos capaces de generar sus propias
interpretaciones, observaciones, críticas y significados a tales hechos.
Aprender a vivir sin las figuras de mayor apego y confianza, a la aceptación de
nuevas estructuras familiares, al desempeño de nuevos roles y responsabilidades
dentro de la familia, y cambios contextuales, como cambio de casa, escuela o
actividades que solía realizar.
El despedirse enlaza una pérdida en el espacio y en el
tiempo. Se deja de convivir con sus hijas/hijos, permanecen sin verse durante
años. Sin embargo, sigue vivo y se mantiene una comunicación y un contacto a
través de diversos medios digitales, tales como videollamadas, llamadas
telefónicas, chats, Facebook, e incluso en ocasiones se producen retornos
esporádicos del migra. Estas comunicaciones intermitentes y esos reencuentros
interfieren en el afrontamiento del duelo y reavivan de manera permanente la
fantasía del regreso, del reencuentro, del reagrupamiento aviva y prolonga los
duelos.
Comparto lo siguiente:
Testimonio: Tenía nueve años, iba en
3° grado de primaria. Recuerdo que un día mi papá me fue a dejar hasta la
puerta de mi salón y se despidió de mí, llevaba consigo una mochila. Me pedía
que me cuidará mucho y obedeciera a mi mamá. Sinceramente, no entendía. Esa
despedida implicó no verlo durante 4 años y medio. Algunas veces, no sabía qué
sentía o qué extrañaba de él, pero le echaba mucho de menos. Lo recordaba por
algunas fotografías que encontraba guardadas dentro de un ropero. Mis
compañeros de la escuela hacían comentarios hirientes por no tener un papá,
aunque sí lo tenía, pero desde la distancia…
¿Cuántos días han transcurrido?
¿Cuántos meses? Una noche se descubre que llevar la cuenta es peor. Y un
asombro por todo esto que ninguna carta, ninguna explicación, puede decir lo
que ha sido.
Respecto al testimonio. El impacto
de las migraciones en el ámbito familiar no es único y no admite visiones
dicotómicas sobre si sus efectos son positivos o negativos; no cabe pretender
averiguar hasta qué punto favorecen la desintegración familiar o juzgar su
grado de eficacia de funcionamiento tomando como referente a la familia
“normal”. Estamos ante un fenómeno complejo, reflejo de las múltiples
circunstancias que rodean a los procesos migratorios tanto en el país de origen
como en el de destino (Parella, 2017).
Ante la discursiva, necesitamos construir reflexiones que
nos permitan dimensionar lo que sucede a la niñez en el contexto de la sociedad
actual, tomando conciencia, por un lado, de los cambiantes procesos de
transformación del sistema mundial y, por el otro, de que la información que
nos llega acerca de las condiciones en las que se desenvuelven niños y niñas de
este siglo están muy alejadas de aquellas que inspiraron a la mayor parte de
las teorías psicológicas adulto centristas. Necesitamos construir metodologías
desde el sentir de nuestras infancias. Construir alternativas de acompañamiento
para otro mundo posible.
Referencias:
Parella, Sònia, (2017), “Los vínculos afectivos y de cuidado
en las familias transnacionales migrantes. Ecuatorianos y Peruanos en España”,
en, Migraciones Internacionales, Año/Vol. 4, Núm. 2, Julio/Diciembre, COLEF,
Tijuana.
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