Sin palabras
Hijita querida, en pocos años habrás aprendido a leer y escribir así que espero puedas revisar algunos textos, sabes, hace un par de días me fui a dormir con un dolor de espalda terrible pero no por cargarte sino de angustia por el mundo.
Pensarás que exagero, que es uno más de mis (para cuando leas esto) achaques de la edad; lo que pasa más bien es que parte de tu manutención proviene de mi actividad diaria, informarme.
Entonces consumo todos los días a través de la pantalla, una cosa llamada horror, una que espero, no conozcamos nunca de primera mano.
Estás muy pequeña para comprender, pero de un tiempo a la fecha nuestro país –el de poco más de cien millones de mexicanos- está que arde, todos los días mujercitas no vuelven a casa, jovencitos matan para ‘vivir’ y, algunos otros, toman lo que no es suyo indiscriminadamente, haciendo que entre los unos y los otros exista más desigualdad.
Cuando aún no nacías me preguntaba qué era el tejido social, hoy lo comprendo mejor y, ¡adivina!, no es un color, un partido, un estrato social y mucho menos una religión; lo conformamos todos, incluso tú a tu corta edad.
Ese tejido del que te hablo, es similar a los puntos de tus bellas chambritas, tejidas por tu abuela con amor; un (individuo, punto) une al otro y juntos forman un grupo para satisfacer necesidades humanas, salud, alimento, educación, servicios, cultura, deporte, seguridad y si uno falla la prenda no sirve.
Pienso que eso sería lo único que explica tanto horror, yo por ejemplo no puedo imaginar extraviarte, ver pasar los días y los años sin saber dónde estarás, como si lo han vivido miles de madres de familia allá afuera. Debe ser un infierno.
No concibo la idea de perder la vida de ninguno de nuestros seres queridos en un ataque brutal, en un asalto o secuestro, en nada que implique violencia ejercida en manos de otro igual.
Nuestra naturaleza como seres humanos hijita, está en ser precisamente eso, humanos.
Mientras te observo dormir ideo en mi cabeza una forma de protegerte, no te abriré Facebook, aunque tengas 20 años, pero presiento que eso no servirá, no bastará para blindarte.
Hace poquito, algunos me dijeron que no era ‘un buen momento’ para que nacieras, refiriéndose a esta catástrofe y crisis de deshumanización.
Yo creo todo lo contrario, llegaste junto con otras miles de personitas alrededor del mundo, en la mejor época.
¿Sabes por qué? Porque aspiro que mañana tengas respeto por la vida y todo lo que ella implica.
Pretendo que puedas vivir dignamente y con la frente bien alta de acuerdo a tu profesión y salario.
Sueño con darte la oportunidad de recorrer tu país sin temor y asombrarte con la belleza de sus desiertos y litorales, la magia de sus selvas y bosques. Ya tendrás tus propios compañeros de aventuras.
Por ahora no puedo más que ser solidaria y unirme al dolor, ese del que muchas veces somos indolentes, ese que enciende nuestra rabia e impotencia.
Tener paz no tendría que ser una exigencia al estado ni un tema meramente aspiracional, recuérdalo, es tu derecho.
Mientras te observo crecer confirmo que el mundo no se resuelve con abrazos, como lo dice el presidente, porque si fueran sus hijos los que viven las tragedias, sabría porque México está harto de tanta sangre.
Despediré este texto con algo sublime que encontré.
‘Mi inclinación política por la izquierda partidista ha terminado. Duró mi juventud y mi vida adulta, años en los que les di mi voto sexenio tras sexenio. Esa identidad está acabada para mí. Mi lealtad política está con la verdad y la justicia. Son unos traidores’
Hasta la próxima…
@Naye_Romero89
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