Leyenda urbana
Contratan señoritas, buena presentación, vulnerables económicamente, las ponen a trabajar en los negocios de la zona, Apizaco.
Pasado un mes a veces dos, les dicen que ya no les pueden pagar, que agradecen sus servicios o que, bueno, siempre hay otra opción como el pago en especie.
“Especie” es droga, metanfetaminas, cristales, ácidos, estupefacientes. La premisa es que si necesitan dinero la pueden vender, la otra es que la quieran consumir.
Algunas/os terminan consumiendo y consumir es depender, aceptar en pago “la merca” como le llaman, para luego delinquir y poderla pagar.
Células dedicadas al tráfico de narcóticos operan en la ciudad, jóvenes dealers y consumidores que después diversifican sus actividades.
Robo a casa habitación, asalto a mano armada, venta de alucinógenos y estupefacientes, ciudadanos infiltrados en colegios, secundarias y preparatorias. Nada es nuevo.
Sus casas de seguridad las instalan en zonas de poca vigilancia como Loma Verde y colonias limítrofes con Santa Cruz Tlaxcala, ahí se drogan, almacenan lo robado y a veces viven, los vecinos saben a qué actividades se dedican pero pocos denuncian.
Son reclutados por quienes mueven la mafia en la ciudad, poco visibles su cara son los jóvenes, hombres y mujeres rehenes de la desigualdad, la falta de oportunidades, acceso a la educación y la descomposición social.
“Invertimos más dinero en parquímetros que en comida para niños” era la sentencia confirmada de un periodista.
Su jefe editorial un hombre de mayor experiencia le dijo:
“Hace cinco o diez años te hubiera dicho que lucharas. Ahora te digo que no mires, no puedes cambiar nada, a veces solo se puede vomitar y seguir remando”.
No creo que ese sea nuestro papel, incluso ante las leyendas.
A colación:
Página 23
Ni estadio ni hospitales
De la serie “Yo de excusas lleno un libro” llega para usted ciudadano Tlaxcalteca, nuevamente, el único y original desperdicio de haber ganado una final de fútbol para obtener un espacio en la liga de ascenso.
Usted ya sabe por qué lo decimos pues tal parece que esta semana se confirmó lo que ya sabíamos.
Los proyectos se ven preciosos en papel, pero ejecutar una inversión por 180 millones de pesos y convertirla en realidad es otra cosa.
Eso le pasó al Estadio Tlahuicole hasta hoy la casa de los Coyotes de Tlaxcala.
Ya se verá que dice la directiva, si se quedan o se van.
Hasta la próxima…
@nayecuca89
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