En el recuento de los daños sale raspada la 4T
En el recuento de los daños, por la violencia que se registró el pasado 8 de marzo, tanto de grupos feministas como de granaderos que las reprimieron, el gobierno de Tlaxcala sale raspado.
En primer lugar, la 4T mostró graves deficiencias en sus políticas de gobernabilidad interna y de comunicación, al salir tarde y mal a enfrentar el escenario de crisis.
Para empezar, fue mala la estrategia que se implementó, sí es que la hubo, el Día Internacional de la Mujer, porque no lograron evitar que las manifestaciones se salieran de control.
Resultó contraproducente instalar muros y cubrir de plásticos la fachada del Palacio de Gobierno, pues eso irritó aún más a los grupos feministas, quienes respondieron a la provocación con pintas y causando destrozos.
Después que las cosas se salieron de control, el gobierno utilizó la fuerza pública para reprimir a las mujeres por igual, con violencia y gases lacrimógenos.
Toda la población se enteró de los disturbios por las transmisiones en vivo a través de las redes sociales. Mientras eso ocurría, el gobierno estatal enmudeció.
Fue hasta altas horas de la noche cuando se emitió un comunicado oficial desmintiendo la represión contra las mujeres.También se negó oficialmente que hubiera detenidos.
En las horas siguientes, la versión de la autoridad fue que los granaderos no utilizaron gases lacrimógenos y le echaron la culpa a algunas encapuchadas de ello.
Es decir, el gobierno salió a dar su posición tarde y lo hizo mal.
En la era de las benditas redes sociales, todo está documentado en fotos y videos. Además, la propia CEDH ratificó que observó tres detenciones, dos hombres y una mujer, a quienes brindó acompañamiento.
Por si fuera poco, las periodistas que resultaron agraviadas, denunciaron públicamente el exceso con que se utilizó la fuerza pública en las manifestaciones del 8M, en el zócalo de la capital.
No en balde el fuerte reclamo, sobre todo de legisladores del PRI, PAN y PRD, para que dimita el secretario de Gobierno, Sergio González Hernández.
Si de por sí, el responsable de la política interna quedó tocado, luego de la fuga del ex secretario de Seguridad Pública, su permanencia se complica.
En el recuento de los daños, más allá de las pintas, puertas y vidrios rotos, el gobierno de Tlaxcala mostró graves carencias en áreas vitales para mantener la gobernabilidad y la paz social.
Lo primero se repara fácilmente, pero lo segundo requiere altura de miras de los gobernantes para rectificar cuando se equivocan.
victortamayo5@hotmail.com
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