En crisis, la comunicación también arde

En crisis, la comunicación también arde


Cuando una crisis estalla, como un incendio en plena temporada seca, no solo se queman árboles: se pone a prueba la coherencia, la solidaridad y, sobre todo, la comunicación. En momentos de emergencia, la atención a la comunicación no es solo deseable, es esencial. Informar con claridad, sin pánico pero con urgencia, puede salvar vidas, coordinar esfuerzos y evitar el caos. Pero también, y tristemente, se vuelve el escenario perfecto para el oportunismo político, donde algunos ven en la tragedia una vitrina para proyectarse.

 

En Tlaxcala, los recientes incendios forestales han evidenciado una doble cara. Por un lado, se activaron protocolos de emergencia, brigadas, voluntarios y comunidades enteras que, sin cámaras ni comunicados, dieron un paso al frente. Por otro lado, vimos desfilar a ciertos actores que más que con palas y cubetas, llegaron con celulares, drones y fotógrafos. Su ayuda fue más performática que efectiva: selfies en la línea de fuego y discursos ensayados más preocupados por el algoritmo que por el bosque.

 

Este tipo de presencia pública, lejos de sumar, contamina. Porque en lugar de unir voluntades, politiza la tragedia. Si algo necesita una comunidad en crisis es ayuda real, no campañas disfrazadas de solidaridad.

 

Sin embargo, hay historias que sí merecen contarse. Trascendió —aunque no por ellos mismos, sino por quienes los vieron— que integrantes de la estructura de Marcela González y gente vinculada a Morena se sumaron activamente a las labores de apoyo, sin publicar una sola imagen, sin alardear en redes sociales. Esa forma de ayudar, discreta pero efectiva, merece celebrarse. Porque ahí es donde radica la verdadera vocación de servicio: en hacer lo correcto cuando nadie está mirando.

 

La moraleja es clara: en tierra, Morena Tlaxcala demuestra tener más presencia, empatía y capacidad de respuesta que cualquier otro partido. No por lo que dice, sino por lo que hace. Y en política, como en las crisis, los hechos siempre hablan más fuerte que las palabras.