En política, la imagen puede ser todo
Un solo instante captado en una fotografía o una reunión mal interpretada pueden definir la narrativa pública de cualquier actor político. A veces, la prensa y las redes sociales pueden ser despiadadas, generando una percepción negativa difícil de revertir. Sin embargo, en ocasiones, esos mismos ataques pueden convertirse en oportunidades estratégicas para consolidar liderazgos y fortalecer posiciones.
Un claro ejemplo de esto es el caso
de la senadora Ana Lilia Rivera, quien fue vinculada, sin pruebas contundentes,
a grupos del crimen organizado por una simple fotografía. La vorágine mediática
y la rapidez con la que se propagó la noticia evidencian cómo una imagen puede
ser utilizada para intentar desacreditar a un personaje público. Sin embargo,
en este caso, el impacto ha sido incierto: el golpe ha dejado su imagen en el
aire, y dependerá de una estrategia política bien ejecutada que logre mantenerla
firme o, por el contrario, verla disminuir ante el escrutinio público.
Algo similar ocurrió con Alfonso
Sánchez, quien fue blanco de críticas tras sostener una reunión en la que se
vio acompañado por cerca de mil personas y que algunos sectores intentaron tergiversar.
En lugar de desgastarlo políticamente, estos ataques le dieron más notoriedad y
reforzaron su imagen como un actor clave dentro del movimiento. Es evidente que
cuando hay trabajo, liderazgo y respaldo popular, los intentos de desprestigio
pueden volverse un arma de doble filo para quienes los impulsan.
Detrás de estos reacomodos está el
liderazgo firme de la presidenta de Morena en Tlaxcala. Su estrategia política
ha logrado no solo contener los embates de la oposición, sino convertirlos en
trampolines que fortalecerse, en miras a tener mano en la toma de decisiones en
las próximas elecciones. No hay que dejar de lado su capacidad de articular el
respaldo de la militancia y el liderazgo ante actores importantes del
movimiento que sin duda serán factores decisivos para consolidar el proyecto de
transformación en el estado.
Con miras a 2027, el respaldo de
los alcaldes y autoridades electas de Morena será determinante. El trabajo
territorial y el compromiso de quienes hoy gobiernan pueden hacer la diferencia
en la próxima contienda electoral. La lealtad y coordinación entre los
liderazgos locales serán la clave para garantizar que el movimiento siga
creciendo y consolidándose. La batalla por Tlaxcala ya inició y Morena, con
Marcela González al frente, tiene todas las herramientas para escribir una
nueva página en la historia política del estado.
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