El Festival de Paellas de la Feria de Tlaxcala se convirtió en el epicentro del mensaje de unidad que envió el lorenismo a los morenistas. 

La gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros reunió a sus seis “corcholatas” que aspiran a sucederla en el cargo en la elección de 2027. 

A su derecha, la mandataria estatal ubicó al alcalde capitalino, Alfonso Sánchez García, su verdadero “delfín”. A su izquierda, la secretaria de Turismo federal, Josefina Rodríguez Zamora, por si acaso a la candidatura fuera para una mujer. 

Atrás de ellos, Vicente Morales, Carlos Augusto Pérez, Homero Meneses y Carlos Luna, sin ningún tipo de posibilidades en la interna del partido en el poder. 

Pareció ser la respuesta al pacto de unidad que sellaron el tesorero mexiquense Óscar Flores y la exdiputada federal Dulce Silva. 

Quedó claro que al gobierno estatal le preocupan los acuerdos políticos que se están dando en el ámbito federal, al interior de la 4T. 

Y el hecho de que “las corcholatas” de Lorena Cuéllar, no han podido destronar a la puntera de las encuestas, la senadora Ana Lilia Rivera. 

Más aún, cuando René Bejarano, el célebre señor de las ligas, vino a Tlaxcala a exigir que se respeten las encuestas para elegir candidatos. 

De ahí el mensaje de unidad que lanzó el lorenismo desde el Festival de Paellas, que más bien pareció un grito de guerra de que no cederá el poder. 

Nunca, en toda la historia de Tlaxcala, un gobernante había estado tan dedicado a imponer a su sucesor como lo hace Lorena Cuéllar. 

El caso más remoto fue el de Alfonso Sánchez Anaya, quien logró imponer a María del Carmen Ramírez García, como candidata del PRD. 

Pero esa historia no tuvo un final feliz, pues la esposa del entonces gobernador perredista perdió la elección, quedó en un lejano tercer sitio. 

En Tlaxcala existe una máxima que dice que “gobernador no pone gobernador”, la cual está vigente hasta el momento, pero que puede terminar en cualquier momento.

Victortamayo5@hotmail.com