Ciudadanía democrática
“Tu silencio precisamente no te protegerá”
Audre Lorde
Estimado lector, tiempo es, de autoimpulsarnos a mejores caminos de
evolución ciudadana a través de ejercer día con día la democracia,
ciudadanizándola, porque ésta no es una cosa, u objeto que pertenezca a alguien
en específico, no es propiedad de un gobierno, partido, asociación, o familia,
ésta no es intercambiable, ni se vende ni se compra, y menos tendría que usarse
como narrativa de disco rayado para manipular conciencias informadas o no
(oportunismo), ésta es, una conducta personal y humana, es un quehacer diario,
un comportamiento de ejemplo cívico que promueve la honradez, dignidad,
equidad, justicia, transparencia, armonía, prosperidad, y agregue lo que
considere constructivo.
Tiempo es de conocer, saber advertir, y actuar respecto de lo que observamos
que a nuestra consideración no va por buen camino, lo que hoy día está
aconteciendo en nuestro México querido no es privativo de estratos sociales
(aunque los más beneficiados sigan siendo precisamente los que más tienen), no
le parece a usted ciudadano qué hay desgobierno, que cada día hay miseria
humana en las expresiones verbales y los comportamientos políticos por detentar
un espacio de “servir” (se), donde antaño eran honoríficos (era un honor apoyar
o recibir el apoyado), ahora es negocio, donde un día mienten, y otro también
para permanecer en lo que creen merecer, porque no hay nadie mejor que ellos
para transformar (será deformar) vaya usted a saber qué o a quiénes; ciudadano,
dejemos de crear engrendros destructores de lo que no es suyo pero lo hacen
suyo, de lo que no les cuesta pero lo destruyen, de los que creen saber y
conocerlo todo, pero no es así, que no valoran el voto de confianza, y
persisten en practicar viejas formas de política viciada, que aplican el utilitarismo, hoy estoy aquí,
mañana allá, porque así conviene a mis intereses (así me sirves, mañana quien
sabe, los demás que acepten migajas).
Es tiempo de asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos, comenzando
por vincularnos mediante el diálogo diáfano, prudente, respetuoso, incluyente,
con ética, sin retórica demagógica, sin prejuicios; construyendo coherencia,
iremos por mejor camino, tiempo es, ponerse de acuerdo con usted mismo, con su
familia, vecinos, y amigos, cultivar la confianza (que no ingenuidad) es una
cualidad de valor incalculable, activemonos como ciudadanos libres pero
responsables, podemos y tenemos el derecho de participar e incidir activa y
proactivamente en la toma de decisiones tanto de carácter político como social,
tenemos el poder real y directo de decidir quién es nuestro mejor aliado (no al
revés) para mejorar las condiciones de vida tanto individual como socialmente
en nuestra colonia, comunidad, estado, y país; comprendamos que los gobernantes
no son nuestros papás, gurus, o mandamás, una vez que los designamos como
nuestros representantes deben actuar con corresponsabilidad en lo que es
benéfico para la ciudadanía, recordarles a casi todos los que quieran
representarnos, tengan presente su origen (en nuestro país, se da mucho el mal
del ladrillo), ya que en algún momento
como cualquier mortal usaron el transporte público, se preocuparon de si la
economía en su casa alcanzaba o no para lo básico, acudieron a escuelas
públicas, imaginaron aspirar a un mejor salario, fueron discriminados, y un sin
fin de problemas (la mayoría creados por el propio humano), pero se les olvida,
así que, al final del día o del mandato siguen siendo ciudadanos (claro está,
sino son señalados formalmente delicuentes, aunque están los de cuello blanco).
Es tiempo, de perderle miedo al miedo, de incluirnos, no esperar a que
me incluyan, de vigilar y pedir cuentas, basta de ocurrencias y autoengañarse;
entre el gobierno y la ciudadanía debe haber horizontalidad, no verticalidad,
no jerarquías, ahora que, si hay distinciones, que sea para ayudar a quienes
prioritariamente lo necesitan; ciudadano vale la pena ejercitar nuestro músculo
democrático, pongámonos de acuerdo aunque no estemos de acuerdo, pero nada por
debajo de la mesa.
Así las cosas, respetado lector, adoptemos la
democracia como forma de vida, reconociendo que los límites en una sociedad
concreta, regularmente es necesario practicarlos para contener ambiciosas apetencias
destructivas, disfrazadas de "buenas intenciones y atentas
distinciones", hoy tristemente hay desgobierno, cuál sería su perspectiva.
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