Un movimiento destinado al fracaso
Los eternos lideres transportistas en la entidad cumplieron su amenaza, pero no en la dimensión que esperaban.
Trajeron unidades colectivas y taxis para cerrar el centro histórico y para exigir un diálogo directo con el Ejecutivo estatal, a fin de prohibir la operación de plataformas digitales y mototaxis en la entidad.
Este acto de presión hizo evidente varias cosas:
1) Que las redes sociales son un termómetro del ánimo social, y los usuarios manifestaron un rechazo casi unánime a la fracasada protesta y amenaza de paro de los viejos líderes del transporte. En efecto, los usuarios quieren calidad en el servicio, buen trato, bajo costo y unidades cómodas y seguras. Sin embargo, el transporte convencional ofrece lo contrario.
2) Que los viejos líderes del transporte convencional no tienen poder de convocatoria. De las miles de unidades que pretendían aglutinar en el centro histórico, llegaron poco más de 200, en su mayoría, controladas por los vetustos dirigentes del movimiento, a través de prestanombres. Su mentalidad anacrónica les hace creer que pueden poner a las autoridades contra las cuerdas, pero olvidan que las concesiones que usufructúan son del gobierno, no de ellos.
3) Que la Secte debería hacer una revisión profunda a su padrón de concesionarios para determinar que no haya acaparamiento de las mismas, por parte de unos cuantos, como al parecer sucede. Si tan mal les va, ¿cómo pueden darse el lujo de perder un día de ingresos?
4) Que el monopolio del transporte, como lo conocíamos en Tlaxcala, quedó en el pasado. El surgimiento de las plataformas digitales ha transformado el servicio, y resistirse a entenderlo, solo genera pérdidas al transporte convencional.
5) Que los viejos líderes del transporte convencional no han comprendido que, en la era digital, el que no se actualiza, no es competitivo. Y ellos acumulan años de rezago, llevándose entre las patas a sus representados. Es lamentable que hayan desaprovechado la oportunidad que el propio gobierno les ofreció para que se actualizaran en esta materia.
6) Que el Congreso local ya se tardó en concretar la reforma a la Ley de Comunicaciones y Trasportes, que, desde su creación, en los ochentas, no ha tenido modificaciones relacionadas con las demandas del usuario y el avance tecnológico.
7) Que bien haría el gobierno en liberar las concesiones, y establecer periodos para su aprovechamiento. Así, se evitaría que personajes como los viejos líderes del transporte sintieran que tienen las concesiones a perpetuidad.
Según los inconformes, de no tener respuesta a sus demandas, volverán a su protesta con más intensidad. Lo que no han entendido es que ya perdieron la batalla en el campo de la percepción de los usuarios, quienes rechazan sus argumentos, precisamente, porque durante años se dedicaron a acumular ganancias, sin invertir en la satisfacción de sus clientes.
Comentarios: marcosl.tecuapacho@gmail.com
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