De la monografía a la realidad: la historia de Juan Escudero
Nos han contado mal la Historia. Nos han alejado tanto de las humanidades que difícilmente podemos presumir de conocer la historia de nuestro país, es decir, nuestro propio pasado. Tenemos esta idea de los personajes históricos y héroes nacionales como si fueran solo nombres de calles, de escuelas o estatuas en los parques. La memoria viva se ha convertido en un mito y el olvido en una realidad.
Hace poco tiempo comencé a descubrir las grandes anécdotas de los personajes de la historia de México; lo cierto es que muchos historiadores olvidan la parte real de aquellos hombres y mujeres, lo que los conecta a nosotros y a nuestra experiencia. Seguramente por eso la educación básica es un distractor de la verdadera educación, aquella que se encuentra en medio de las bibliotecas, de las charlas, de los cuentos y está totalmente alejada de la geometría y las ciencias exactas.
Quizá la crónica “humana” que más impacto tuvo en mí, y que justamente por eso quiero compartir, es la de Juan Ranulfo Escudero, pues me hizo reflexionar sobre lo bajo que han caído las autoridades políticas actuales y la tan carente moral básica de los poderes fácticos. Escudero fue un acapulqueño extraordinario; cuentan que no solo bailaba con los pobres en las reuniones, sino que se quitaba las botas para hacerlo como el resto del pueblo.
De familia acomodada, fue fundador del partido obrero que lo lleva a la presidencia de Acapulco en 1919 como primera oposición que, entre otras cosas pregonaba por la educación, la justicia laboral y los derechos humanos en un entorno de crisis posrevolucionario. Luchó toda su vida por la clase oprimida, revivió el ánimo del municipio y funda el crítico y maravilloso periódico Regeneración (lo redacta, edita e imprime él solo) envuelto en chismes, noticias y opiniones propias, creando la red de distribución periodística más ingeniosa de todos los tiempos: un grupo de jóvenes voluntarios que llevan la información a todas las casas a veces solo verbal pues se aprendían el texto en el camino a pie.
Luego de ser encarcelado por el conservadurismo por algunas huelgas campesinas que organizó se lleva su imprenta a la celda en que lo asignaron y con ayuda de su grupo de voluntarios distribuye el Regeneración en esa irreverencia que lo caracterizaba con la leyenda “impreso en la cárcel de Acapulco”. Cuando sale de prisión vuelve a postularse al mismo puesto y gana nuevamente las elecciones; aclaro: sin ganar un solo peso. Luego de eso los gachupines en su intento de asesinato lo dejan manco y paralizado del lado izquierdo del rostro. Al mes siguiente con media habla y la ayuda de un grupo de jóvenes voluntarios (a quienes les da cursos de mecanografía en las condiciones antes mencionadas) vuelve a escribir Regeneración.
Vuelve a participar en las elecciones del 22 y arrasa como ningún otro candidato en la historia. Sus discursos los hace con ayuda de un joven que con la frase “Juan dice” daba todo el discurso mientras Escudero asentía con la cabeza a su lado en su silla de ruedas. Es importante aclarar que en este mismo tiempo sigue escribiendo artículos y también poesía mientras los gachupines le ponen precio a su cabeza (se habla de 50 mil pesos).
Después de un exilio, un encarcelamiento, un intento de asesinato, tres veces presidente electo y todo un pueblo de respaldo Juan Escudero recibe siete tiros en todo el cuerpo. Suponiendo que es el final al día siguiente un campesino lo encuentra con vida, miles de personas van a verlo y lo último que pide es la construcción de una carretera estratégica que les quitaría poder a los gachupines contra la ciudad.
Y así es como en el camino de Acapulco a Chilpancingo por el qué tanto peleó, muere a los 33 años Juan Ranulfo Escudero en brazos de sus amigos y sus compañeros de lucha. Esa es la historia que quería contar.
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