Administrar confianza, futuro y esperanza
TIEMPOS DE CAMBIO
Santiago Hernandez
La presentación del Paquete Fiscal 2026 del Estado de México captó la atención de propios y extraños.
Por tercer año consecutivo, el gobierno de Delfina Gómez plantea un proyecto que establece claramente que no se adquirirá ni un solo peso de deuda, algo casi impensable en entidades con alta demanda social y económica.
Aun así, la iniciativa asciende a 410 mil 342 millones de pesos y coloca a las personas en el centro de la acción gubernamental. Prueba de ello es que contempla la inversión en infraestructura más elevada de los últimos años.
El tlaxcalteca Óscar Flores, titular de la Secretaría de Finanzas, llevó al Congreso mexiquense un mensaje con el sello de la maestra Gómez: cuentas públicas sanas, austeridad verdadera y más de la mitad de los recursos orientados a servir a la gente, mediante programas sociales, y más recursos públicos para seguridad, educación, salud, campo y vivienda.
Ciertamente, los detractores del gobierno mexiquense se quedaron callados, porque la administración estatal demostró capacidad para sostener el paso bajo los principios de la Cuarta Transformación. Y por supuesto, el nombre de Oscar Flores está ligado a la disciplina hacendaria que, en el Estado de México, se ha convertido en una verdadera política de Estado.
En efecto, el secretario de Finanzas hizo de la responsabilidad hacendaria un mecanismo para garantizar derechos, reducir desigualdades y dignificar la acción pública. Por eso, las cifras del Paquete Fiscal no son casualidad: obedecen a un modelo que une eficacia recaudatoria, eficiencia en el gasto y una visión que entiende que la estabilidad financiera es también un instrumento de justicia social.
Su enfoque expresa planeación responsable, equilibrio entre desarrollo y sensibilidad social, y la convicción de que el gasto público debe contribuir al bienestar colectivo. En congruencia, los sectores clave no sufrirán recortes, la recaudación cerrará con cifras históricas, y no habrá nuevos impuestos.
Esto solo significa una cosa: que los ingresos adicionales provendrán exclusivamente de una administración más eficiente.
En tiempos en que la ciudadanía exige resultados y gobiernos con capacidad de planeación, los perfiles con experiencia técnica, sentido social y visión de Estado cobran un valor particular, pues no se trata solamente de administrar recursos: se trata de administrar confianza, futuro y, por supuesto, esperanza de mejores condiciones de vida para la población.
En Tlaxcala,
bien se haría en prestar atención al modelo mexiquense sustentado en los
valores de la 4T.
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