Alta traición

Alta traición

Primer acto

En San Martín Texmelucan Francisco N. es detenido bajo la causa penal número 258/2016, la razón, su presunta participación en el delito de secuestro.

La alcaldesa de la ciudad anuncia el cese laboral del exdirector de la policía municipal.

Menos mal se percató que quien coordinaba los esfuerzos en materia de seguridad pública de los texmeluquenses era un secuestrador.

 

Segundo acto

Diecisiete agentes de la fiscalía de la CDMX allanan predio en Tepito sin orden de cateo ni conocimiento de sus superiores, la razón, buscaban un millón de dólares del líder criminal ‘El Lunares’.

Ahora son señalados por los dueños del predio por el delito de robo y abuso de autoridad.

No esperaban es que el allanamiento fuera grabado por las cámaras de seguridad de la zona. 

 

Tercer acto

Tres policías de la ciudad de Apizaco, adscritos a la dirección de Seguridad Pública atacan sexualmente a una fémina en Texcalac.

Según esto, la mujer habría sido pareja sentimental de uno de sus agresores, quien le subió a un vehículo oficial y abusó junto con sus compañeros de la joven para luego dejarla abandonada en unas canchas de la misma comunidad.

Será este lunes cuando un juez de control los vincule a proceso.

La obra bien podría llamarse alta traición, y es que, vaya bajezas las que personas comunes con la responsabilidad de ‘protegernos’ pueden cometer en claros actos cometidos con falta de sentido común, valores y respeto por el prójimo.

Ya sabemos que en las calles está la Guardia Nacional, el Ejército y las policías municipales, pero resulta indignante que sea un director de seguridad pública un vil secuestrador.

Más aberrante aún, que el policía de tu comunidad se convierta bajo el influjo del alcohol en tu atacante, haya sido tu pareja o no.

Ilógico es que quienes tienen la responsabilidad ética de proteger y velar por la justicia puedan cometer actos de corrupción y deslealtad a las instituciones y a su país.

Muchos dirán que ser policía es arriesgar la vida por un salario mínimo y prestaciones básicas, y tal vez, bajo esa concepción puedan tener muchas concesiones en el ejercicio de sus cargos, sin embargo, no es así.

El implícito de velar por otro es arriesgarse uno mismo, y es esa vocación y convicción la que los debería obligar a cumplir con su responsabilidad ética y moral para con la población.

Mientras eso no cambie, mientras la seguridad ciudadana sea un derecho visto como un favor, seguiremos empañando el honroso papel y el alto valor que tiene contribuir a la paz pública.

 

Hasta la próxima…

 

@Naye_Romero89

nayelir31@gmail.com